Marilyn me ha sugerido que introduzca en el blog , como entrada principal, un “cuento brujo” que pertenece a la próxima
edición del libro “Caminando desde otra realidad”. En principio dudé un poco
¡mucho diría yo! Ingenuamente pensé que rompería los moldes del blog que versa sobre To-De y así se lo comenté. No
obstante le pedí que me mostrase el cuento que había elegido, porque en el
libro hay muchos. Cuando lo leí entendí
que mi duda inicial podía deberse, sin duda, a que se apoderaba de mí una cierta linealidad del
pensamiento y curiosamente, entre otras cosas,
de eso se habla en el cuento. Me reí mucho con algunas ocurrencias del cuento, pero a la vez
se apoderó de mí una sensación de nostalgia
que no podría describir con palabras. No sé de donde procedía o si
de algún modo algo estaba calándome pero intuí que aquello era mucho más que un cuento. Os diré
que el libro trata de una serie de enseñanzas energéticas y que para entender la totalidad de los
cuentos es conveniente leerlos
todos.
También hablé con otra de las chicas “La mujer del Sueño”
porque así prefiere que la llame. Ella lleva mucho tiempo practicando To-De y
su opinión me importa mucho. Le pregunté si eso encajaba en la línea del To-De.
Su respuesta fue contundente y emitida
con una claridad aplastante: “Todo es To-De”. Por eso he ilustrado la entrada
con una antigua foto de Okinawa ¡Como si ellos nos relatasen la historia!
To-De “La Mano del Infinito”, además de su esencia propia, es todo aquello
que puede abrirnos en canal para despertar
e impedir que la magia abandone a los hombres para que de esta manera
puedan seguir soñando...
Aquí os dejo el cuento como un bello regalo de Navidad
esperando que, a pesar de todo, también
brote en vosotros la chispa de la
ilusión. La ilusión es como un pájaro y un buen día se va; pero como los pájaros vuelan , cuando menos se espera, puede de nuevo
regresar ¡Feliz Navidad! y Buen Año 2013.
LA CONFIRMACIÓN
Después de
muchas pláticas con mi benefactor supe
que todas las cosas mantienen algún tipo
de energía, bien por sí solas o por lo
que han absorbido en su seno. Los brujos mantienen que las piedras, y los edificios antiguos, encierran una especie de halo misterioso que
los dota de capacidades muy extrañas. Dicen, entre otras cosas, que pueden
afectar a la misma piedra y a quien se
aviene a tocarlas. Es como si tuviesen
dentro algún tipo de memoria que puede,
de algún modo, pringar a quien la toca.
De
súbito imaginé que tal aseveración en un ser vivo podría resultar mucho más
fiera. Entendí entonces la razón por la cual los hombres de poder no se dejan
tocar por cualquiera. Según las explicaciones de mi benefactor las manos de un tipo guardan recuerdos de aquellos a quienes han tocado con
anterioridad; y eso, sin duda, se pude
transmitir. Lo que los brujos consideran
tenebroso, y eso los inquieta, es que esas mismas manos pueden absorber energía para
seguir manteniendo vivos los recuerdos.
Los
tactos o rastreos que llaman los hombres de poder son más intensos cuanto más húmedos se tornan. Yo no acababa de entender aquello y reclamé una explicación.
Mi benefactor, solícito, me lo aclaró: si un
hombre de poder no se deja tocar, mucho menos consentirá dejarse besar. Mi
confusión inicial me hizo pensar sobre muchos de los relatos que había
escuchado de su boca; entendí entonces, sin demasiada dificultad lo negativo de
ciertas prácticas. No se trataba de menospreciar el poder del arrastre y atracción que podían provocar en el individuo que abandonaba el cuerpo, bien
definitivamente o temporalmente como en el ensueño.
Un brujo
jamás pisa una cagada, me aseveró. Lo que sale del culo debe morir en la tierra
y no volver al ser - dijo con una seriedad rota al agacharse y
mostrarme el culo, a toda vez que estallaba en fuertes carcajadas.
Ya
recompuesto y retomando su tono solemne
me explicó como Don Germán había visto muy cerca de aquí, en un
paraje oculto, como el diablo atrapaba a las pobres desgraciadas que,
equivocadamente, pensaban convertirse en
brujas. Lo que, sin duda conseguirían, pasaba por un devenir pleno de desgracias y esclavitud.
A mí me parecía todo aquello muy
interesante por lo que callé y
seguí escuchando con atención.
Los diablos,
me dijo, se apoderan de los seres humanos
y los inducen a tomar falsas hierbas
de poder. A otros les aseguran que
tomen honguitos pero sin saludarlos, ni hacerse amigo de ellos; y en
esas las cosas se tuercen.
Las pobres
desgraciadas que lo intentaban, y
obraban con equívocos, se sentían atraídas por el culo del diablo
y más de una se lo chupaba.
Chupar el culo a un tipo es
convertirse en esclava de un diablo-
prosiguió Don Germán, con voz solemne, fingiéndose importante.
Don Germán
relataba que los diablos tenían aspecto normal y que las aspirantes a brujas, excitadas por el honguito, le chupaban el culo llenas de placer. Luego ya,
no más, el diablo las poseía y culminaba su faena.
Desde luego
que aquello me había parecido instructivo, pero entendí que una vez pasase el tiempo el diablo se olvidaría del
asunto, y así se lo hice saber a mi
benefactor.
No es cosa
fácil me aseveró con gesto circunspecto. El diablo posee su mundo
y captura a sus víctimas en este para
apoderarse de su energía. Posee la capacidad de trasladarse de tipo en tipo, de
tal modo que siempre persigue a su víctima
para asegurarse bien su presa. Deduje entonces, y así se lo hice saber, que como las personas cambian la
desdichada desconoce que siempre se
encuentra atrapada por el mismo diablo.
Así es-
respondió mi benefactor. Hace falta ser
muy sobrio para darse cuenta de
encontrarse en esa situación. El diablo suele comerse los sesos de su
presa, y lo hace dejando descubiertos y
olvidos. De ese modo su víctima no tiene
capacidad para darse cuenta. Pero el diablo
es poderoso y para asegurarse de
que su víctima no se olvide de él busca
su confirmación.
Hasta ese
momento conseguía entender todo su discurso pero a
pesar de despojarme de todo racionamiento no entendía eso de la confirmación. No
tuve reparos en confesarlo, incluso a pesar de que mi benefactor me tomase por un papanatas.
Lejos de
hacerlo se mostró comprensivo ante mi
afán por aprender y se dispuso
a explicármelo, de la mejor manera que supo, ofreciéndome una nueva enseñanza que no olvidaría jamás.
Un hombre de
poder - me dijo- es una persona que no cree en una única posibilidad de la
existencia. Concibe su pasado como algo que puede contemplarse dentro de las
múltiples realidades que pudieron existir.
Las
maneras de librarte de una energía
extraña son varias y así te lo he venido enseñando en todo este tiempo -me confesó. Si la persona afectada no era
consciente de lo que hacía es fácil, al
darse cuenta de la realidad, deshacerse de un diablo. La única condición, y
aquí no se admiten acuerdos, es que se
reniegue de él. La cosa no es tan fácil- manifestó con semblante preocupado. Los diablos son muy astutos y se las ingeniaran para
buscar la confirmación de su
víctima, y de eso quiero platicarte.
Cada vez me
encontraba mas cagado por aquello que me
explicaba. Haciendo un esfuerzo, para aparentar que aquello no me afectaba, no dije nada y seguí escuchándole con
atención.
La
víctima puede toparse con un hombre de
poder como le ocurriese a Doña Leonor-
manifestó con rotundidad. Un hombre de
poder no se rige por las normas elementales de la razón y por tanto jamás plantea nada; de tal manera que sus aprendices puedan seguir un hilo más o menos coherente y lineal.
Un hombre de poder no te da las cosas hechas,
no trabaja por ti, ni mucho menos te va a ir diciendo lo que tienes que hacer
para solucionar tus problemas. Ese es el pensamiento lineal o pensamiento de reloj “tic-tac” que decimos los brujos. Pero tal actitud
no sirve en la brujería; por el contrario el hombre de poder cuando sepa que su aprendiz se encuentra en ese pensamiento del “tic-tac” le someterá a pruebas y le confundirá la razón. El momento de la
confusión de la razón no significa dechavetearse ¡todo lo contrario! Es el
momento brujo de la libertad. Otra chispa mágica de eternidad porque el
estudiante renunciará a sí
mismo y
admitirá que su esfuerzo no es completo. Cuando hablo de confundir la
razón me refiero a renunciar a la razón
lineal, y cuando se renuncia a ella
surge la razón despojada de los condicionantes,
creencias y manipulaciones externas, vengan de donde vengan. Cuando se confunde
la razón surge el pensamiento brujo, el pensamiento del anhelo de la libertad;
y ese pasa por renunciar a lo establecido. Dicha maniobra se ejecuta con sobriedad para
convertirse en un ser excepcional, diferente al “ser social” de todos
los días ¿Cómo si no puede pensarse en
dar el salto?
Mis ojos se
humedecieron porque por fin entendía lo que parecía absurdo.
Supe entonces calibrar, desde la
perspectiva bruja, lo que significaba “el intento del quiebro” que no se trata más que de quebrar lo establecido para no confirmar nada.
La confirmación sólo puede llegar desde
una mente lineal, rígida y de “tic-tac”.
¡Eso busca el diablo en sus víctimas!
Repuesto de
mi recién lograda “razón confundida”
quise seguir la estela de Doña Leonor que mi benefactor había dejado iniciada. Como leyendo mi pensamiento prosiguió con el
relato: Doña Leonor topó con un hombre
de poder, del cual poco importa su nombre,
aunque para ser sincero tampoco
lo recordaría demasiado. El
hombre la educó en el arte de entender el pasado como una posibilidad y sobre todo en el hecho
de romper la razón. Para ello bien sabes
que un brujo jamás da nada por sentado. Doña Leonor, en su intento por
ser bruja, le había lamido el culo al
diablo pero su benefactor, gran
conocedor de la brujería de la oscuridad le ofreció la posibilidad de
liberarse de aquello. Su benefactor conocía los “tres actos de poder” que anulan cualquier tipo de posesión en
estos casos: “no haber sido consciente del hecho” “considerar lo pasado desde una de las posibilidades
de la existencia” y “no confirmar
nada”. A eso lo llamaban los
antiguos videntes el “intento del
desapego”.
Para
consolar a su estudiante y ofrecerle la
posibilidad de liberarse para siempre de aquello le indujo a la duda,
manifestándole que quizá no le hubiese
metido la lengua en el ojete al diablo. A fin de cuentas habían transcurrido muchos años y podía haber
permanecido confundida. Doña Leonor no se acogió a ninguno de los “actos de poder” y por el contrario ofreció al diablo la confirmación. ¿Qué hizo
pues? Pregunté ya muy confundido y lleno de expectación.
Mi
benefactor me desveló que
Doña Leonor había permanecido
obstinada en el acto de que le metió la lengua en el ojete. Cuanto más se esforzaba su benefactor, más se enfurecía ella y más se reafirmaba en
el aserto, sin darse cuenta de que
estaba entregándole al diablo aquello
que siempre había buscado: la
confirmación.
Entonces,
pregunté a mi benefactor, Doña
Leonor tenía que haber respondido: no
fui consciente de aquello, no tengo seguridad de haber metido mi lengua allí y
quizá no lo hice; pudo ser una
posibilidad de la existencia y por tanto no real. Así es - respondió con alegría mi benefactor. Lo único importante es el momento presente y Doña Leonor en su presente confirmó; sin duda por
quererse dar más importancia y por no reconocer que se había equivocado.
Ambos
quedamos pensativos. Yo, sin duda,
maravillado por todo ese torrente de sabiduría que llegaba desde la
“desrazón” y que había empezado por una
plática sobre las piedras la energía y las cagadas.
¿Qué
ocurrió con Doña Leonor? –
pregunté. Mi benefactor me dijo que
todavía no había dado el salto y
que quizá podría dar un último giro a su descalabro. Sólo
tendría que aprender y asimilar en su vida “los tres actos de poder” para poder convencer al águila de que puede pasar.
¡Sólo depende de ella!
¡Mira! me
dijo señalándome una luz muy potente
que aparecía en el horizonte. ¡Allí se me paró el mundo! Cuando me volví
para agradecerle sus enseñanzas había desaparecido, pero supe que
dentro de mi corazón comenzaba a anidar
la semilla de la libertad.